Entrevista a Israel Carranza sobre los blogs

¿Qué es para ti un blog?
Entiendo que un blog es un espacio de autopublicación gratuito (eso me importa mucho), relativamente fácil de sostener, en el que cualquiera puede someter su juicio —sus pareceres al respecto de los asuntos que le vengan en gana— a la consideración de cualquiera, lo que tiene por resultado que hay una saturación de juicios flotando por el éter y, en consecuencia, que es infinitamente tedioso tratar de estar al tanto de todos ellos. Quiero decir, pues, que un blog es una alternativa (deficiente) ante las dificultades de publicación convencionales, y así lo asumo: como una herramienta que la tecnología, esa nueva diosa, ha puesto a mi alcance para lanzar mis peroratas, mis quejas, mis berrinches y mis insensatas aficiones al mar inconmensurable de silencio y desatención que seguramente me merezco.

¿Con qué dificultades te has topado?
¿Para publicarlo? Con mi condición cercana a la del cavernícola en cuestiones tecnológicas. A menudo caigo en la cuenta (pero no acaba de quedarme suficientemente claro como para dedicarme a otra cosa) del tiempo que pierdo tratando de ponerle preciosidades a los tres blogs que sostengo, y, con todo, al cabo creo que la libro y los dejo más o menos presentables. Pero todavía —¡todavía!— es sumamente difícil, para los analfabetos cibernéticos como yo, entenderse medianamente bien con la computadora. Por lo demás, no he tenido más dificultades: publico todo lo que se me antoja, y tengo la enorme ventaja de poder suprimirlo a la primera señal de arrepentimiento.

¿Qué te gustaría ponerle a tu blog que no sabes cómo?
Rascahuele.

¿Qué cosas positivas y negativas encuentras de los blogs?
Las positivas y las negativas vienen siendo las mismas, a mi modo de ver: la inmediatez, lo accesibles que son los blogs, la posibilidad de usarlos para absolutamente cualquier fin (desde abrir el corazoncito hasta pugnar por el derrocamiento de un gobierno), lo absorbentes que llegan a ser (positivo: nos libran de estar asomados a la famosa realidad; negativo: nadie nos paga por ello), etcétera.

¿Qué nos dices de éstos blogs? azotecarranza, tallerescreativa, eltubodeensayo
El primero es el más «mío», es decir: ahí van a parar mis artículos, mis reseñas de libros, algunos textos que por alguna u otra razón quiero dar a conocer en internet antes —o después, o al mismo tiempo — de que aparezcan en libros. También lo uso para listar mis aficiones (cosas que leo, música que oigo, etcétera). En un sentido más profundo (por decirlo de un modo muy ridículo, pero no tengo más remedio), me valgo de este blog para verificar, gracias al contador de visitantes, que todavía existo como autor, o que al menos eso parece. El segundo y el tercero tienen mucho más sentido: están ideados para que funcionen como extensiones virtuales de los talleres literarios que conduzco, uno de escritura creativa en el ITESO y otro de ensayo en la librería José Luis Martínez del FCE. Se publican en ellos los textos de los integrantes de dichos talleres, así como materiales de interés y avisos. Creo que es para lo que mejor sirven los blogs: cuando los mueve un ánimo de colaboración colectiva, y cuando su utilidad es evidente. O eso espero.

¿Recomiendas abrir un blog?
No. Para qué. Recomiendo, mejor, ponerse a leer. Es más provechoso, y además tengo la sospecha de que los blogs, como fenómeno de comunicación, ya más bien van de salida. El ansia de inmediatez que los hizo posibles ya se ha multiplicado, y ahora se impone más bien la brevedad y la fugacidad, antes que la esperanza infundada de que alguien se tome el tiempo de leer las largas parrafadas que los pésimos blogueros, como yo, sabemos tirar.

¿Cómo ha cambiado tu vida tener un blog?
Le ha agregado un ingrediente de ilusión, al tiempo que una dosis correspondiente de decepción: creo que soy más leído, creo que tendré más respuesta de mis lectores, pienso en brindarles algo atractivo cada vez que ingreso algún nuevo material, pero invariablemente corroboro que no soy, ni seré jamás, la cubanita famosa que premió el rey de España por postear las miserias de la vida en la isla.

¿Lo echarías de menos si de repente lo cerraran?
No sólo lo echaría de menos: iría a encadenarme para protestar… ¿a dónde va uno? ¿A Palacio Nacional? ¿A la ONU? ¿A la casa de Bill Gates? Lo malo es que en cualquier ratito se me desaparece, o cometo alguna estupidez y le pico donde no era, y se me borra todo… Claro que me va a pesar: tanto trabajal para nada —como, por lo demás, puedo decírmelo ahora mismo: tanto trabajal para nada.

¿Qué tanto te importa que sea gratuito el espacio? ¿Conoces que hay sitios que tienen sus propios blogs, que pagan para que todo esté más a la medida?
Si el servicio de creación y alojamiento de mis blogs no fuera gratuito, sencillamente no los haría. (O bueno, eso digo porque hasta ahora lo utilizo de gorra). Más allá de este razonamiento grosero, atribuible nada más que a mi tacañería, pienso que es esencial que los blogs sean gratuitos, en virtud de lo que entiendo como una vocación realmente democrática de internet (que suena a patraña, pero al menos cuenta como ilusión). Lo malo, desde luego, es que siempre hay que pagar un precio: las limitaciones técnicas, la vulnerabilidad a la que estamos expuestos quienes no queremos desembolsar por tener nuestro propio dominio, las veleidades publicitarias de los verdaderos dueños de nuestros «espacios»… Ni modo. Sí, sé de los que pagan y entiendo por qué lo hacen; yo me resistiría hasta donde fuera posible, más o menos en la misma línea de conducta que me lleva a ver con buenos ojos la abolición del copyrigth y de las demás tretas que existen para sacar dinero.

Me gustaría saber en qué opinas que es deficiente la alternativa de publicar en un blog, comparada con los medios de publicación tradicionales.
Creo que la mayor desventaja de la publicación en blogs está, justamente, en la ingente popularidad del medio: uno publica en ellos para que lo suyo se extravíe, se diluya en los mares incuantificables de lo ilegible, y sólo podemos confiar en el azar que nos reunirá con un lector distraído que llegue a dar con nosotros por accidente. Tampoco es que vea mejores expectativas en los libros o en las revistas: hay que echarle un vistazo a las cuentas que Gabriel Zaid ha tenido la paciencia de hacer (click aquí) para darse una idea de que, otra vez, el destino de todos cuantos escribimos es la desaparición, más bien inmediata, de todo cuanto tengamos la insolencia de publicar.

¿Cuánto se te haría un buen sueldo por mantener un blog? Digamos, escribir una columna a la semana.
Depende de quién sea quien publique. A un autor inteligente, pertinente, afamado y que sepa poner comas, me parecería justo que se le pagara, fácil, entre 300 y 400 dólares por entrega (la tarifa, desde luego, variaría principalmente en razón de la tercera calidad, la fama: ni modo).

Un blog bien enfocado es el que sirve. ¿No será que los libros van ya de salida?
Los libros no van de salida. Acaso se convertirán en otra cosa (libros impresos sobre pedido, libros en formatos digitales, libros comestibles, lo que sea), pero nos vamos a morir antes de que se extingan. Muchísimo antes. Lo que quise decir es que me parece preferible un blog cuya utilidad sea inmediatamente evidente (los que albergan, por ejemplo, las noticias que los medios más convencionales no saben publicar, o los que están destinados a poner en contacto a varios individuos con intereses afines), antes que aquellos destinados a hacernos conocer lo que hay en los corazoncitos, más o menos inmundos, de sus autores.

Me aventuro a pensar que conforme pasa el tiempo, aunque sea poco a poco, cada vez eres más leído y esto se debe a la buena calidad de contenido en tu blog. ¿Me equivoco?
Ojalá que no te equivoques. Favor que me haces. Yo hago mi luchita.

Es mucho trabajal, pero al final o más bien desde el principio es un gusto ¿no?
Un gusto tortuoso y más bien inexplicable. Porque luego uno se da cuenta de que siempre, siempre, siempre, hay cosas más agradables. A veces veo con envidia a los taxistas, por ejemplo, porque siempre quise ser eso; pero caigo en la cuenta de que, si me ganara la vida al volante, seguramente me la pasaría maldiciendo por no tener oportunidad para postear en mis blogs.


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