Los locos del centro de Los Angeles

I

El sol estaba a punto de ocultarse cuando volví de la tienda. Diez para las cinco y en la acera opuesta estaba él, apoyando sus nalgas en la rejilla del basurero y cagando horizontalmente entre dos soleras. Una mujer le estaba gritando y él le estaba gritando también sin soltar su pantalón.

II

En la esquina del Pare de sufrir cuyo letrero alguna vez mostró la cartelera del cine estaba el negro alto y fornido. Su pecho brillaba desnudo. Tres policías de a bici se acurrucaron para vigilarlo con extrema cautela listos para pedir refuerzos por radio. El hombre gritó con todas sus fuerzas como queriendo romper una cadena invisible. Todos lo vimos un segundo y después seguimos caminando cuando volvió a gritar.

III

Hacía mucho frío y en la banqueta ella avanzaba tres pasos al frente, giraba 90 grados y daba dos pasos. Otros 90 grados y otros tres pasos. Solo traía puesto un viejo camisón. descalza caminaba como jugando a la culebrita de celular. Sus manos las pegaba al cuerpo como un tiranosaurio rex. Otro día la vimos en la dirección contraria jugando el mismo juego con un abrigo que alguien de seguro le regaló.


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