La primera vez que vi a Sofía Parra no sabía quién era ella aunque con la inercia dije que sí. Nuestro primer encuentro fue dentro de otro, en el Encuentro Internacional de Revistas y Suplementos Culturales en Querétaro.
Había hecho check-in en el hotel. Visité mi habitación para refrescarme y regresé para ver si ya había alguien y resultó que no. Caminé entonces hacia el Centro Histórico de la ciudad por José Ma. Pino Suárez. Me quedé pensando que un hotel que se dice del Centro debería de poder estar a unos 10 minutos del mismo a pie, no 20 o 25.
Regresé por donde mismo un poco sudado y ya estaba lista la recepción para el registro, la organizadora, el organizador y Sofía Parra. Y me dice la organizadora: “Hola, Jos, qué gusto verte, ¿Ya los conoces?” Sí… le digo goteando.
Más que conocerlos los reconocí de Face. Del Facebook. Pero a Sofía Parra yo no la conocía. Ni sabía que le correspondía la primera Conferencia Magistral. La organizadora nos preguntó si ya habíamos visto nuestro regalito en la habitación y pensé: No soy digno, yo no vi nada de regalito, esto debe ser para los ponentes y no para los talleristas. Me quedé callado.
Muy lindo el regalo, artesanal, decían. Me apresuré a regresar a la habitación para volverme a refrescar para la cena y en eso sentí que alguien me seguía apresuradamente. Me hice a la derecha para no estorbar y estorbé más. Me hice a la izquierda para rectificar y volví a estorbar. Sofía Parra no dejaba de estrellarse contra mí.
No supe su nombre sino hasta el siguiente día. Lo que sí supe es que la del acentico colombiano estaba nerviosa y ansiosa por terminar de preparar su conferencia para la cual faltaban, para mi gusto, muchas horas. Entré a mi cuarto y mi regalito me esperaba.
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