Vivir inflamado

Cuando vives con sobrepeso, como me pasó, no te das cuenta tan fácil de la inflamación de la panza y de que no es normal vivir así.

No soy mucho de verme en el espejo y menos de perfil. Y menos después de una comida abundante.

Fui ganando peso poco a poco durante algunos años y mi estómago se fue adaptando haciendo más espacio y pidiendo más comida.

Tenía un desorden alimenticio y la dieta en casa comenzó un día que le dije a Diana: “Estoy harto de ser un marrano”.

En temporadas de calor no dejaba de sudar, por las noches empapaba las sábanas, me costaba trabajo hasta respirar.

Cuando viajamos a Japón me di cuenta de que me gusta pasar desapercibido. En el tren sentía que ocupaba mucho espacio.

Me di cuenta de que aunque no comiera de más, solía tener el vientre abultado por muchas horas. En las fotografías con amigos parecía embarazado.

Hay varios factores que inciden en la inflamación. En mi caso estaba seguro de que el principal era la intolerancia a la lactosa.

Algo de eso es cierto, pero curiosamente y por cuidarme, empecé a tomar leche deslactosada light. Pues resulta que este tipo de leche, por los procesos que lleva, me inflama también.

Algunas veces me he sentido mejor tomando leche entera.

En mi caso lo que más me inflama es la azúcar.

Algo de cierto tiene la sabiduría popular de no comer productos procesados, mejor comer lo que nos da el campo. De todo un poco.

La grasa no es mala encontrándole el equilibrio al consumirla con otros alimentos y con moderación.

Jos.

Diarios de cuadritos (17 de 30)


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